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Foto : flickr de piet vermeulen

Mi visión de la educación

Publicado: 2013-05-28

Por varias discusiones que he visto en el facebook me doy cuenta de que muchas personas que hablan de educación y que incluso están en el rubro como empresarios, no saben bien lo que esta significa. Tal como yo lo veo, la educación es un proceso social consustancial al desarrollo de las personas, un proceso sin el cual el desarrollo del individuo no puede entenderse. Como decía Vygotsky, no somos seres humano solo por nuestra herencia genética sino fundamentalmente por nuestras actividades conjuntas y por el proceso social de la educación. Así, la educación es el mecanismo cultural que hemos encontrado los seres humanos para hacer que las futuras generaciones a) reciban el bagaje social y cultural que hemos ido desarrollando como especie y 2) se desarrollen como individuos al máximo de sus capacidades de modo que puedan incrementar ese bagaje social recibido, y transformarlo creativamente. En ese sentido la educación (formal e informal, pero me referiré más a la formal esta vez) tiene objetivos muy claros y no puede supeditarse a las leyes del mercado ni a los gustos individuales de cada quien. Los intereses cuentan, por supuesto, pero hay un horizonte tanto ético como científico que marca lo que cada ser humano debe mínimamente alcanzar, el que no depende ni de las modas ni de las motivaciones personales. Por ejemplo, todos los niños deben aprender a leer y a comprender lo que leen, además de a desarrollar sus capacidades como lectores críticos, así a sus padres eso no les guste, y todos los niños deberían aprender a ser inclusivos de la diversidad y a respetar y valorar las diferencias, aun cuando sus padres no las respeten. En este sentido, discrepo profundamente de visiones que, en aras de la libertad de empresa, proponen que el proceso educativo debe dejarse a las demandas del mercado o que, tal como dijo Alfredo Bullard ultimamente, "el verdadero incentivo para innovar es capturar la preferencia de los padres".

La educación no es un proceso que pueda dejarse a la ley de la oferta y la demanda, las modas, los intereses del momento o las preferencias de los padres. Conozco padres cuyas "preferencias" contradicen todo lo que la piscología y la pedagogía han descubierto sobre el desarrollo y el aprendizaje infantil, que demandan tareas abrumadoras y sin sentido, que se deslumbran con las nuevas tecnologías y creen que estas pueden reemplazar al maestro, que exigen inglés pero no les importa el dominio del castellano, que solo ponen el énfasis en las matemáticas y que desearían que se eliminaran las horas de arte e incluso a veces las de historia y ciudadanía porque las consideran una pérdida de tiempo. Más aún, para ganarse "la preferencia de los padres" muchos colegios dejan fuera a niños con habilidades diferentes, orientaciones sexuales diversas o a los que tienen una enfermedad incomprendida, y discriminan a aquellos que vienen de matrices culturales distintas. Por donde se vea, ninguna persona que haya analizado con seriedad la educación y que entienda su relevancia como proceso cultural y social podrá estar a favor de ideas tan descabelladas y nocivas como las del señor Bullard.


Escrito por

Susana Frisancho

Ph.D. en Psicología del desarrollo por la Universidad de Fordham, NY. Magister en psicología y psicóloga educacional por la PUCP.


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